lunes, 28 de mayo de 2007

La Destrucción


A mis costados, sin cesar, se agita el Demonio;

flota alrededor mío como un aire impalpable;
lo aspiro y siento que abrasa mis pulmones
y los llena de un deseo eterno y culpable.
A veces toma (conoce mi gran amor por el Arte)
la forma de la más seductora de las mujeres y,
bajo especioso pretexto de aburrimiento,
acostumbra mis labios a filtros infames.
Me conduce así lejos de la mirada de Dios,
jadeante y rendido de fatiga,
en medio de las llanuras del Hastío,
profundas y desiertas,
y lanza a mis ojos llenos de confusión ¡vestidos manchados,
heridas abiertas y el parto sangriento de la Destrucción!

(Charles Baudelaire)

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